Las vacaciones siempre son buenas para correr. Levantarse temprano y
salir a disfrutar del monte. Sin prisas, sin agobios, sin estrés.
Solo el placer de hacer deporte. En periodos de descanso, toca bajar
el ritmo para empezar después con ganas.
Pero
¿Sabemos correr?
Cuando
te adentras en tus recorridos habituales, notas como el cuerpo se
tensa. No parece querer buscar la tranquilidad de un reconfortante
paseo matutino, le cuesta contemplar los detalles, tantas veces
olvidados en nuestros entrenos normales. Pero te esfuerzas en hacerte
entender que hoy no es el reloj el que manda, que los tiempos
parciales no importan, que has salido solamente a correr.
Me
gusta la competición y se que para ir rápido hay que entrenar
rápido. Aunque a veces necesito solamente ir de un sitio a otro por
el puro placer de moverme, contemplar lo que me rodea y escuchar mis
pensamientos. Difícil, muy difícil en este mundo tan competitivo en
el que nos movemos, donde parece que nos dirigen para anhelar ser
siempre el mejor. El mundo de la competición ha experimentado un
aumento desproporcionado de participantes. Ya no queremos correr,
solo queremos competir: más tiempo, más largo, más alto…
Pero
¿Sabemos competir?
Si
no has corrido alguna de más de 100 parece que no eres nadie. ¿Donde
ha quedado el respeto a las maratones? Cualquiera cree estar
capacitado para poner su cuerpo al límite. Sin la necesidad de
entrenamiento. Sin un periodo de adaptación a la distancia. Sin
reconocimientos médicos. ¡Querer es poder! ¡Con la mente se puede
todo! Y al final se pagan las consecuencias de estos lemas tan
bonitos: accidentes, lesiones y desgracias. La competición es el
mejor aliciente para seguir corriendo, pero el correr no debería de
tener como único fin la competición. Todos (participantes, organizadores, medios, marcas ...) tendríamos que hacer un esfuerzo para recuperar el sentido común que creo que hace tiempo desapareció de las competiciones amateur.
Pero ahora que se han acabado las vacaciones y ya he señalado mis próximas competiciones, me doy cuenta qué estoy lento, más pesado y sin nada de ritmo, qué va a costar mucho acercarme a mis buenas marcas, qué lo que me espera va a ser duro. Se acaba la contemplación y empieza la competición: con el reloj, conmigo mismo, los elementos, contra los demás.
¡A lo mejor me he pasado un poco con esto de "CORRER" de forma recreativa!
Y tu: ¿CORRES o COMPITES?
Yo antes pensaba que competía pero ahora cada vez mas me doy cuenta de que lo que hago es correr, buena entrada jeje. Un saludico.
ResponderEliminar