V Carrera nocturna de Librilla. Capítulo I: El calentamiento, el gran olvidado.


Suelo leer blogs de corredores populares (un ejemplo de ello es la lista que, aquí a la derecha, podéis encontrar) que como yo, se dedican a contar las batallitas acontecidas en las diversas carreras a las que asisten.  Con este hábito, aprendo sobre este mundillo y me divierto conociendo las experiencias e impresiones de amigos. Echo de menos algún que otro blog, de algún que otro corredor, que debería de escribir para hacer público sus secretos y así todos podríamos beneficiarnos de ellos. Secretos hasta ahora muy bien guardados.

Vengo observando que una práctica  muy común, narrada por la mayoría de los corredores a los que sigo, es lo justo de tiempo que suelen llegar a las carreras. Entre que a nadie parece que le guste mucho madrugar, que las carreras casi siempre son en zonas alejadas y es común que nos pille el mogollón en la entrega de dorsales, no nos queda tiempo para casi nada. Hacer cola en al aseo (hay que tirar lastre), ponerse el dorsal, acoplar el chip y trotar un poquito hasta la zona de salida. Pero a casi todos se nos olvida el calentamiento.

De la Wikipedia: El calentamiento deportivo es un conjunto de ejercicios de todos los músculos y articulaciones. Se realiza de un modo gradual y tiene como finalidad preparar al organismo para un mejor rendimiento físico y evitar probables lesiones.



Recuerdo de mi época de atleta juvenil, antes de que en la confusa adolescencia fuese abducido por el lado oscuro, aunque más que oscuro, de luces de discoteca. Los calentamientos eran una cosa muy seria y que nadie se podía saltar. Recuerdo haber estado 40 minutos calentando para hacer un 100 metros lisos (no pongo marcas para evitar comparaciones con Usain Bolt). Cuantos recuerdos, que mayor que soy ya.

Pues toda esta introducción para decir que como:

  1.           La carrera era en casa, por lo tanto no había desplazamiento.
  2.           El horario era de noche, o sea no había que madrugar.
  3.           El dorsal ya lo había cogido y estaba debidamente colocado en mi camiseta.
  4.           Salía ya con el peso extra dejado en casa, sin necesidad de hacer cola.
  5.           Y sobre todo y lo más importante, arrastraba “un pequeño” problema en el gemelo.


Decidí hacer un calentamiento de los de antes, de los de verdad. Una hora y media antes de la carrera ya estaba manos a la obra: una tanda de suaves estiramientos, 20 minutos de carrera continua muy lenta para ir activando el cuerpo y comprobar que no me duele el gemelo (dos días parado parece que han calmado el dolor), otra serie de estiramientos, ahora un poco más fuertes y una trotada de mi casa hasta la zona de carrera, con cambios de ritmos. Ya estoy a tope. Ahora a por la carrera. Pero esto será en el próximo capítulo. 


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