Al
tocar el agua con mis piernas, el dolor me recuerda lo inconsciente de ir sin
polainas. Dos años sin correr en La Santa de Totana es suficiente para olvidar
su cerrado monte bajo que en muchos tramos no me dejaba casi ni moverme. Pero
ahora en la ducha poco podía hacer: repasar el recorrido mentalmente y curar
mis heridas.
Me
imaginaba una carrera rápida, donde el calor sería el factor limitante, por lo
que decido prescindir de la protección a favor de la ventilación ¡Algo debería
haber sospechado en salida, al escuchar
tantos comentarios sobre la vegetación!
Pitido
de salida y me lanzo hacia la primera parte de la carrera. Me noto cansado y me
cuesta subir, pero pronto cojo el ritmo. Paso esta zona con muchos pequeños
fallos de afinamiento y arañándome las piernas en la parte de la vaguada, pero
por ahora sin ninguna herida grave.
Pero
esto no había hecho nada más que empezar; de camino hacia la segunda parte, estudio
el mapa y compruebo que me queda mucho marrón
(suelo despejado) pero con gran cantidad de vegetación baja que imposibilitara
la carrera. Me lanzo por la vaguada hacia la baliza central de la mariposa. Voy
buscando un “algo de piedra” grande que se verá con facilidad, pero es una
trampa. El pozo de nieve al que hace referencia el dibujo, esta a nivel del
suelo y tapado por la vegetación, paso por al lado y no lo veo.
Después
de un frondoso paseo y tras ubicarme, consigo dar con el centro del bucle, pero
cansado y muy arañado. Ahora toca correr para poder recuperar lo perdido, pero
ni las piernas ni la vegetación me lo permiten. Me dedico a trotar cuando se
puede y a esquivar la vegetación para poder acabar, lo mejor posible la carrera.
Primero
de mi categoría, en la que no participó casi nadie, pero pierdo mucho tiempo
con los de élite y 40, que compartían el mismo recorrido. Preocupante la poca participación en H-35, lo
que le quita aliciente a la competición.
¿Debería pasarme a élite?
Sí.
ResponderEliminarEstá claro, ¡a Élite!
ResponderEliminarDeberias, deberías pero ya.Un saludico.
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