Son muchas sensaciones las que
se viven en una carrera tan larga y no todas empiezan con el
pistoletazo de salida. Muchos meses de preparación, de quitarle
horas al sueño y a tu familia, de largas salidas en solitario, de
escuchar tu cuerpo para no pasarte, de cuidar tus piernas y tu
alimentación. Sufrimiento que se convierte en costumbre. Pero esta
vez el entreno ha valido la pena.
La descripción del recorrido no
aventuraba una carrera 100% montañera, sino más bien un recorrido
plagado de tramos de asfalto y pista ancha, donde los más rápidos
nos llevarían con la lengua fuera. El plan consistía en aguantar
lo máximo esta primera parte y guardar algo para intentar, en los 40
últimos kilómetros montañeros, apretar si aun nos quedan fuerzas.
Salida con el grupo que creo que
son los favoritos, estamos casi todos los de siempre, un consolidado
grupo de murcianos capitaneados por el incombustible Francisco José
Díaz (Sisco). Pronto me doy cuenta de la ausencia de indicaciones,
pocos voluntarios que indiquen el recorrido e incluso algún policía
despistado que nos saca del trayecto correcto. Ahora más que nunca,
no me puedo quedar solo. Atravesar correctamente Cartagena sin ser de
aquí y con tan pocas indicaciones, es una tarea muy difícil.
No se si pagaré el esfuerzo,
pero no me separo ni un metro de la cabeza, donde se van alternando
Sisco y Antonio Martín (Perdi) en un ritmo endemoniado para este
tipo de prueba. Hay que llegar a la subida a la Atalaya (km 31) para
que las cosas se relajen un poco ¡Aquí no se puede correr! Manos a
los muslos y a subir como se pueda. Después de ascensión siempre
toca bajada, ésta un poquito más técnica, que nos llevaría a la
Escuela de Infantería (km 34,6)
Francisco José Diaz Pozo (Sisco) |
Las cosas ya empiezan a
aclararse un poco: Por delante se marchan Sisco y Alberto Plazas,
detrás de ellos formamos un grupo Juan José Larrotcha, Perdi y el
que escribe estas lineas y sospecho que tras nosotros deben de ir
Ángel Mayor, Francisco Mendoza y Oscar Latorre, aunque no se la
posición pues no coincidimos con ellos en el avituallamiento.
Juan Jose Larrotcha |
Doy gracias a que aun este de
noche, pues comienza ahora una de las partes más feas de la carrera,
que junto a la ausencia de balizas es imprescindible ir acompañado
por alguien que conociese el recorrido. La conversación hace que
pase la maratón con buenas sensaciones. Alberto baja el ritmo y ya
solo tenemos por delante a Sisco, divisando no muy lejos su luz roja.
Tercer avituallamiento en la
Rambla de los Jarales (km 51,5) y reajuste del grupo. Sisco, aburrido
de tanto tiempo solo, parece esperar un poco a Juanjo, que aprieta
para irse con el. Perdi se entretiene más de lo normal repostando y
yo que me quedo solo. Lo he estado evitando hasta ahora: mitad de
carrera, de noche, sin conocer el recorrido, apenas señalizado y sin
acompañantes.
Solo queda seguir hacia delante
por el camino más evidente, de vez en cuando veo una señal que me
confirma que aun no estoy perdido. Termino la subida y me preparo
para bajar, primero por un sendero estrecho, y tras una pequeña
rampa de asfalto, donde me alcanza Perdi, por una gran rambla que me
llevará a San Gines, avituallamiento 4 (km 67,5). Esta vez Perdi no
me espera, se le ve bien y se marcha hacia delante a la caza de los
primeros. Yo no puedo con su ritmo y me conformo con no disminuir el
que he conseguido, en esta rambla que parece no acabar nunca.
Llego al avituallamiento muy
tocado. Veo partir a Juanjo y Sisco que todavía van juntos, y a
Perdi cambiándose de calcetines. Comer, comer y comer, tengo que
recuperar lo antes posible para enfrentarme a la montaña que ya esta
aquí. Relleno agua, cargo geles y adelante.
Salgo andando del
avituallamiento dándome cuenta de que estoy mucho peor de lo que
pensaba, se me han acabado las fuerzas. Solo puedo andar y no muy
deprisa. Sigo comiendo, tomando geles y bebiendo, pero las piernas no
parecen mejorar. Escucho unos bastones, me aparto para dejar pasar a
Francisco Mendoza que ya me ha alcanzado. Cuando esta a mi altura me
doy cuenta que no es Francisco, a este no lo conozco (después me
enteré que era otro Francisco, pero este Francisco José López
Vivar). Al poco me pasa otra vez Perdi que también se va para
delante, no tan alegre como Vivar.
Sabia que había posibilidades
de sufrir un bajón, pero también sabía que si lo superaba saldría
reforzado. Mis piernas no hicieron caso a la cabeza, las ordenes se
perdieron por el camino. Como me alegro de haber sido fuerte, pues al
superar la crisis, de las cenizas dejadas, apareció un nuevo
corredor con un plus extra para poder enfrentarse a la verdadera
montaña que aun quedaba. Primero recupere a Perdi y más adelante
cacé a Vivar, colocándome el tercero en la carrera, con las piernas
nuevas y muchas ganas de seguir hacia delante.
Antes de llegar a Castillitos, 5
avituallamiento (km 80) subida y bajada por el mismo sitio, me di
cuenta de que, aunque estaba de subidón, tenia a todos mis
perseguidores bastante cerca. Pegado a mí, Vivar y Perdi, más alejado
pero siempre muy peligroso andaba Mendoza y cerca de éste, Oscar. De
Alberto no sabia nada. Falta todavía mucho para empezar hacer
quinielas, ahora hay que gestionar bien las fuerzas y evitar otro
posible bajón.
Oscar Latorre |
A esta altura de la carrera, ya
no sabes lo que es peor: subir o bajar. La musculatura esta tan
machacada que hasta estando sentado te duele el cuerpo. Hay que
seguir y aunque controlando a los de detrás, sin dejar de mirar
hacia adelante.
Cuento que me quedan tres
subidas fuertes. En la primera, hasta collado Bolete (km 92) se puede
correr, consiguiendo mantener la distancia de mis perseguidores. La
segunda es la más dura de toda la carrera, solamente puedo andar y
en ocasiones arrastrarme hasta la cumbre de Garabitos (km 94).
Controlo a mis rivales y no veo a nadie hasta que llego arriba.
Empiezo a creer en mis posibilidades. Pero antes de la tercera subida
comienza el suplicio de una gran bajada.
Llegar a Galifa fue duro. Los
cuadriceps pedían a gritos que parase, pero no era el momento. Por
detrás Mendoza seguro que iría apretando, y no quería perder el
pódium tan cerca de meta. ¡Callad y no chillad! ¡Qué ya queda
poco! ¡Después os dejare tranquilos! Aunque ellos sabían que no
sería cierto, en Galifa (km. 100,7) solo descansarían el tiempo de
avituallarme, pues todavía quedaba el final.
Francisco Mendoza |
Solo El Roldan para llegar.
Nadie a la vista, todo controlado, poco a poco se va subiendo, miro y
no aparece nadie, otro poco más y nadie. ¡Esto ya esta terminado! Y
es ahora cuando escucho los aplausos que me avisan que ha llegado mi
perseguidor. No consigo divisar quien es, pero poco importa pues ya
no me alcanza.
En la última bajada acompañado por Anto |
Termino contento, escoltado por
mi amigo Anto López, que me lleva hasta la linea de meta para poder
concluir mi segunda de mas de 100, en la tercera posición.
Subirse al
pódium con Juanjo y Sisco es el mayor de los premios de esta
carrera.
Con el trabajo ya hecho solo queda descansar para los próximos retos, pero: ¡Eso es otra historia para próximas entradas!
Agradecer a Javier Martínez, Footer Trotter e Ildefonso Martinez las magníficas fotos realizadas, con las que he podido ilustrar esta entrada a mi blog.
Yo de verdad es que no puedo con vosotros "la descripción del recorrido no aventuraba una carrera 100% montañera"... y se quea er tío tan fresco jeje. Un saludico y enhorabuena.
ResponderEliminarEres una maquina Javier... Enhorabuena campeon
ResponderEliminarTe saliste, enhorabuena por el carrerón.
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